Estos días, con motivo del crimen de Santiago que causó la muerte de la niña de doce años
Asunta Basterra, se está hablando mucho del papel de los
medios de comunicación. Se hicieron cosas bien y, como siempre, otras no
tanto. No es ahí donde quiero poner el acento, sino en una consecuencia que
tuvo todo esto en la Facultade
de Ciencias da Comunciación de Santiago de Compostela de la
que fui estudiante: la renuncia de una docente de gallego a impartir clases en este
centro de estudios.
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La profesora en cuestión es Carme Hermida, de la que no fui alumna (aunque si cursé
la materia optativa de gallego en el primer curso de la carrera, impartida
aquel año por otra maestra; y lo mismo con la obligatoria de gallego oral en
segundo), y que non quiere seguir enseñando en esta facultad porque no desea
ser partícipe de la formación de los profesionales gallegos del ámbito del
periodismo. No son palabras textuales, pero es una manera (más suave, por cierto)
de resumir lo que se deduce de lo que escribió: "Personal y profesionalmente, no tengo fuerzas para invertirlas
en la formación de personas que sé que se van a convertir en seres morbosos,
manipuladores, mentirosos, despreciativos, pagados de sí mismos y irreflexivos".
Toda esta lista de
adjetivos me la está aplicando a mí, en calidad de licenciada por esta
facultad. Y a cientos de personas, cayendo, para empezar, en una generalización que,
como ocurre con casi todas –por definición-, resulta impertinente.
Está faltando al respeto a todos los demás profesionales que enseñan en la
facultad de Periodismo, más allá de despreciar, por sistema, el trabajo de
todos los medios de comunicación de la comunidad.
Centrándonos en el caso de Asunta, por supuesto que se cometieron errores,
y hubo morbo y mil cosas que deberían ser corregidas. Ahora bien, como apunta
el Colexio Profesional de Xornalistas en un comunicado conjunto con la propia
facultad y hecho público hoy (y con fondo crítico), "también se debe
apelar al buen trabajo de las docenas de periodistas que se enfrentan ante la
dura tarea de informar de un suceso tan dramático".
Comunicado do CPXG e a Fac. de Ciencias da Comunicación da USC ante o
tratamento informativo do caso de Asunta http://t.co/twuMZT59f5
— xornalistas (@xornalistas) October 3, 2013
Hermida hace hincapié en el hecho de que lleva muchos años desarrollando
parte de su labor profesional en Periodismo. ¿Qué pensaba del papel de la
prensa gallega en todos estos años? ¿No encontró ningún trabajo meritorio? ¿Tanto
tardó en darse cuenta de que estaba contribuyendo a la formación de monstruos*
y de que no quería que así fuese?
*Recordemos: mentirosos, morbosos, etc. etc.; monstruos
me parece
un buen término para sintetizar los rasgos que
enumeró.
Además de todo lo anterior, suponiendo que estuviese acertada en sus
argumentos, yo formularía la cuestión de otro modo: como educadora que
es, ¿qué mejor que combatir desde dentro lo que no le gusta de lo que ve? Es
decir, si efectivamente se estuviese formando a monstruos, ella tiene la
oportunidad, desde esas mismas aulas, de probar algo distinto, de enseñar otra
manera de hacer las cosas (aunque sea en la materia de lengua gallega, que pasa
a ser secundaria ante la gravedad de lo que denuncia). Aunque no sirviese de
nada, mejor será hacer lo que esté en tu mano que pasar del asunto,
preocupándote solo de desvincularte para que no te salpique, digo yo. Esto,
repito, en el supuesto de que lo que dice esta mujer tuviese pies o cabeza, que
me temo que no es el caso.
Y no es el caso porque nada de lo que dice esta docente se enseña en la
facultad. En realidad, se enseña todo lo contrario. Otra cosa es cómo se desarrollen
las cosas después, y la evidencia de que poco o casi nada del mundo que
te encuentras cuando sales del ideal de la facultad es semejante a lo que ves en
ella -no siempre para mal, ojo-. Es ahí, seguramente, donde radica
el problema.
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